Seres extraños que se parecen al hombre; curiosos animales, inteligentes y terribles, que tanto se parecen a nosotros y que, sin embargo, tanto se diferencian. El primer orden de los mamíferos está constituido por el hombre y los animales que con él tienen semejanzas antropomorfas, los monos y los lemúridos, pero no sólo nos ocuparemos de las grandes familias del reino animal que con él comparten la Tierra.
CHIMPANCÉ.
Habita en una extensa región del África tropical, los puntos de semejanza con el hombre son más numerosos que los restantes monos. Sus colmillos están menos desarrollados; hay menos disparidad de tamaño entre el macho y la hembra adultos; las protuberancias óseas que tienen encima de los ojos o arcos superciliares son menos pronunciadas y toda la estructura del animal, aunque respondiendo al tipo simiano, es menos fea que la del gorila o del orangután. El chimpancé es inferior en talla al gorila: no excede del metro y medio.
El cuerpo del chimpancé está cubierto de un pelo espeso de color oscuro, con algunos pelos más claros aquí y allá, y en ciertas especies está tan bien partido en la frente por una rata que, a primera vista, sugiere la idea de que el animal presta cierto cuidado a su tocado. Las orejas son grandes y toscas, menos parecidas a las del hombre, la nariz tremendamente achatada y más corta que la del mismo gorila. La piel de la frente está surcada por profundas arrugas y el animal está dotado de cejas y pestañas.
El chimpancé, y en esto se parece a otros monos, carece de cola, pero no tiene los brazos más cortos que las demás especies de su grupo; cuando está de pie le llegan algo por debajo de la rodilla. Vive en los bosques ecuatorianos situados a poca altitud, pero en una comarca se le encuentra s bastante elevación en las faldas de las montañas cubiertas de árboles. Aunque algunos chimpancés cautivos siguen un régimen mixto de alimentación, parecer ser cuando están en libertad todos se alimentan de los frutos silvestres que se dan en las regiones en que viven.
Se atreven sin embargo, a visitar las regiones cultivadas, atraídos por los frutos a los que son tan aficionados, siendo esta la única ocasión, en condiciones ordinarias, en que se ponen en contacto con los seres humanos: si bien es un animal que en el suelo se mueve con lentitud, pues ni puede galopar ni correr a cuatro patas sin apoyarse en las manos, avanza rápidamente entre las ramas de los árboles. Es un animal muy inteligente y cariñoso, al hacerse viejo suele volverse malhumorado y adquirir hábitos algo peligrosos, pero rara vez son de temer cuando las personas saben tratarlos.
La educabilidad del chimpancé está demostrada por los sorprendentes ejercicios efectuados por muchos ejemplares exhibidos en los espectáculos. Entre sus habilidades figuran el andar en bicicleta y patinar; se acostumbran rápidamente a ir vestidos, a comer con cuchara de un plato o de una taza, y después de de unas cuantas lecciones se comportan a la mesa con el decoro más exquisito.
EL GORILA.
Vive en los tupidos bosques del África ecuatorial, un gorila macho en pleno desarrollo puede alcanzar una talla de dos metros y pesar doscientos kilogramos. Las hembras son, sin embargo, mucho más pequeñas y rara vez pasan de un metro veinte centímetros. En las guaridas en que se recluye el gorila hay, afortunadamente, pocos seres que se disputen la supremacía. En aquellos bosques húmedos y calientes sólo el accidental cantó de un pájaro hace pensar en otra vida que no sea la suya, y el más poderoso de los primates vive, solitario y terrible, con su compañera y su prole. Este gorila se parece más al hombre que ninguna otra especie de monos, por la forma del cerebro. Igual que el chimpancé, tiene construida las muñecas de la misma manera que las nuestras, en lo que se diferencia de los otros primates.
Tiene mejor desarrollada la pantorrilla que los otros monos y, aunque posee un par de costillas más que el hombre, coincide en general con el resto del grupo de los simios en la extraordinaria semejanza de su organización con la de los seres humanos: las cejas salientes, los grandes colmillos, la nariz aplastada y ancha y las mandíbulas prominentes, le dan sin embargo un aspecto totalmente bestial y poco humano.
EL ORANGUTÁN.
El "hombre de los bosques", como es llamado el orangután por los malayos, es natural de Borneo y Sumatra. De tipo fuerte, pero desgarbado, se distingue de los otros monos por su piel oscura, pelo rojo y orejas pequeñas. Sus brazos tienen tal longitud, que estando el animal en pie casi llegan hasta el suelo. Las piernas cortas y macizas, están conformadas de tal manera que las rodillas quedan dirigidas hacia fuera, por lo que el animal anda sobre los lados de los pies, con las plantas vueltas hacia dentro.
Es un animal que vive principalmente en los árboles y recorre distancias considerables a través de los bosques vírgenes sin bajar al suelo. Esta manera de progresar le sería imposible de no tener los brazos tan anormalmente largos. La utilidad de éstos notables miembros se evidencia aún más por la manera que tiene el animal de tomar el alimento de las ramas débiles que no pueden soportar todo el peso de su cuerpo. Los orangutanes jóvenes, igual que los ejemplares jóvenes de los otros antropomorfos, se encuentran desvalido comparativamente; deben al cuidado y cariño de la madre su salvación de los peligros de la infancia.
EL GIBON.
Es el único mono que anda habitualmente en dos pies, es el menos elevado, ocupando un lugar inferior en la serie de los monos antropomorfos. Su cabeza es casi humana por la forma, pero en las calvas de las nalgas callosidades isquiáticas, lleva la marca del mono. El cuerpo es corto y ligero y los brazos son tan largos que al andar puede tocar el suelo con los nudillos, aunque ha progresado de tal manera que no necesita ayuda de esta clase.
Anda arrastrando los pies, con la cabeza erguida, ayudándose de los brazos para conservar el equilibrio, a no ser que encuentre un asidero conveniente por encima de su cabeza, en cuyo caso se agarra a el, sea rama o barra, como ayuda adicional. El mayor de los gibones, de los que se conocen ocho especies, tienen unos noventa centímetros de altura. Además son expertos trepadores, pero el ágil gibón, con su vuelo de árbol a árbol, veloz y que nunca falla, no tiene más rival que los pájaros. Es imposible describir con fidelidad la ligereza, gracia, facilidad y velocidad de sus movimientos.
Cuándo estos monos se mueven entre los árboles no lo hacen con la prudencia que caracteriza los movimientos de los demás monos, sino que saltan de rama en rama distante a la que se agarran con la otra mano y sin detenerse ni un instante, dan un segundo alto haciendo uso de la primera mano, y así continúan sin interrupción empleando cada mano alternativamente, cubriendo en cada salta un espacio que varía entre tres y nueve metros.
La ausencia de esfuerzo al dar los saltos, la rapidez con que elige una rama, es especial de modo que no dificulte su ulterior avance, la facilidad con que gira alrededor de una rama, quedando sentado sobre ella, reanudando el viaje sin un segundo de interrupción, son proezas que dejan atónito al gimnasta más hábil.
Contemplando su desplazamiento en el aire, no nos sorprende que este animal sea capaz de cazar un pájaro al vuelo, hecho observado más de una vez. Esta hazaña responde a un fin, y es un hecho comprobado que el gibón, aunque vegetariano principalmente, come pajarillos y también insectos.